PREÁMBULO:
Perseguimos una educación que anime a la discrepancia argumentada, que
rechace cualquier dogmatismo, que procure el libre pensamiento, en la que la
lectura sea crítica, la memoria significativa, la ciencia experimental y tenga
por valores la honradez, la responsabilidad individual y la colaboración
grupal.
ARTICULADO:
1. Escuela laica.
2. Currículo actualizado a través de competencias básicas.
3. Metodologías que impulsen la reflexión y la experimentación científica.
4. Profesorado provocador de inquietud por aprender.
5. No a la segregación “paternalista”, “por el bien del alumno”. Menos alumnos por aula, según necesidades.
6. Evaluación correctora y no sancionadora.
7. Conexión con la vida.
Lo que nos da el Sr Wert:
1. Religión (católica, básicamente), evangelizadora, según los obispos, que son los que eligen al profesorado.
2. El mismo currículo (aburrido, antiguo, desconectado de los intereses del alumnado...)
3. Metodologías para aprobar exámenes, que, bajo múltiples eufemismos, tienden a “ ... que el alumno vuelque en el examen lo más parecido a lo que vimos en clase”. Objetivo: aprobar el examen. Realidad: mañana está casi todo olvidado. Conclusión: no hay.
4. Profesorado con una formación inicial precaria, y con una formación permanente en franco retroceso.
5. Cada vez mayor segregación: eliminemos todo lo que “molesta”, hagamos grupitos “homogéneos” y todo funcionará mejor. Eso sí, cada vez la ratio más numerosa. Está muy probado este sistema segregador: no funciona.
6. Evaluación sancionadora: más reválidas, justo al contrario de los países que se ponen como modelo de buena educación.
7. La vida es una cosa y la escuela es otra. Enseñaremos a analizar una jarcha pero no a realizar un currículum vitae. Lo segundo no es importante.
Todo ello sin consenso para que a
la vuelta de otras elecciones, el turno que entre la vuelva a cambiar. ¡Porca
miseria!
